martes, 17 de febrero de 2009

en el bar, hoy, cada día

Mantengo la distancia perfecta con la silla deshabitada de la mesa que ocupa mi mirada en el bar.
Una silla para los cuatro costados de la mesa.
Al lado otra mesa con cuatro sillas en cada uno de sus costados, recien ocupadas, pero se dan cuenta que sus extremidades se tocan y eso es motivo de desconcentración y de pensamientos abstractos, caídos de todo hilo anterior.
Cogen otra mesa para que sus extremidades y objetos mantengan esa distancia perfecta.
más cómodos, más satisfechos?
llega ella, y entre ellos ocurre un milagro, un espacio en cada dos cuerpos, el roze se convierte en sexo y no importa que la extremidades se palpen, que los objetos se contagien.
llega otra, misma operación.
El camarero acude y propone otra mesa con cuatro costados.
Pobre mesa, rechazada por crear la distancia perfecta.

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